8 de agosto de 2012

¿VIVES PLENAMENTE EN EL AQUÍ Y AHORA?


Un artículo que toca un tema profundo y atemorizante para otros,
pero que es preciso enfrentar para perderle miedo
porque solo así se pierde el miedo a la vida.

Por Bertha García Vasconcelos


Imagina que hoy te despiertas por la mañana y te das cuenta que estás muerto. Tu cuerpo inerte y pálido está en tu cama enfriándose. No hay respiración ni pulso ni más latidos en tu corazón. Tu familia está llorando, quisieras decirles que estás bien y que los amas, pero no pueden escucharte. No puedes hacer nada. Has muerto.

Solo te queda reflexionar en tu vida. Te das cuenta que al estar vivo caías con frecuencia en una especie de letargo que te hacía vivir la vida mecánicamente, como una rutina y una costumbre. Entonces recuerdas los momentos en que realmente te sentiste vivo. Te das cuenta que no te puedes llevar nada material contigo. Y entonces recuerdas los esfuerzos y trabajos que pasaste para comprar esto o aquello. Recuerdas esos momentos que dejaste de pasar con tu familia y seres queridos por que estabas trabajando o haciendo un buen negocio. Cuantos días, meses y años desperdiciaste perdido en una carrera por tener lo que los demás tenían, que te daría un estatus y un prestigio que hoy de nada te sirven. Te das cuenta que todo aquello que leíste, estudiaste y memorizaste ya no te servirán. Que aquellos diplomas, certificaciones, títulos o entrenamientos para los cuales entregaste horas de sueño, dinero, tiempo preciado, simplemente quedan en el olvido. Todo se acabó y nada puedes llevarte. Tampoco pueden acompañarte tus hijos ni tu cónyuge ni tus padres. Ellos están vivos y su vida continuará a pesar de tu partida. Te das cuenta que no les dijiste que los amabas suficientemente.

Si fuiste rico o pobre, si te casaste o no, su obtuviste un título o apenas leías, en ese instante cobran relevancia tus acciones, decisiones y formas de responder a los retos y presiones. Reconoces que tus emociones y su manejo juegan un papel importante en la evaluación final de tu vida. ¿Cómo las manejaste? ¿Al final, puedes decir que en tu vida prevaleció la tristeza, el miedo, la soberbia, la apatía, el cinismo, el rencor, la vergüenza, la envidia, los celos, la bondad, la gratitud, la generosidad, el gozo?

Perdiste tantas oportunidades de disfrutar de la vida con cosas simples y sencillas. Dejaste de compartir bellos momentos con otras personas que “son como tu”, para pasar el tiempo con los socios y colegas porque eran buenos contactos. No te escuchaste muchas veces, demasiadas, y ahora te das cuenta del poder de tu intuición.

¿De qué te servirían ahora tus apegos? ¿De qué sirvió que cayeras en las trampas de los medios y la publicidad? ¿Para qué la ansiedad, la depresión, la ira y la decepción cuando lo tenías todo? ¿Para qué tu angustia por el dinero o tus deudas? Todo se acabó y, ¿qué quedó? ¿Qué aprendiste en esta vida? ¿Cuáles fueron tus aciertos a lo largo de tu vida? ¿Cuáles tus errores? ¿Acumulaste conocimiento o sabiduría? ¿Qué te hizo más sabio?

Y te das cuenta que tu vida fue una rica y maravillosa experiencia para aprender y crecer, y que las circunstancias que la rodearon representaron una oportunidad de la cual aprendiste innumerables lecciones sobre el significado y los misterios de la VIDA.

Ahora, despiertas ¡Estás vivo! ¿Te puedes dar cuenta de lo que es realmente indispensable y esencial para ser feliz? Comienza a vivir tu vida desde tu Verdadero Ser. Tal vez puedas despojarte de las creencias generacionales de siglos atrás y que te tragaste desde niño que te han esclavizado, impidiendo el despliegue en plenitud de tus talentos y creatividad para realizar tus metas. Escucha la voz de tu intuición. Atrévete a vivir tu vida como tu la deseas, sin presiones familiares, sociales ni materiales. Realiza tu potencial y usa los dones con los que naciste para cumplir con el propósito de tu vida mientras realizas uno a uno tus sueños más anhelados. Tienes una misión en este mundo. Atrévete...

Imagen: Fragmento de Crookney Hall de Leonora Carrington

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