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16 de marzo de 2010

¿Te Aceptas Completamente ?


Por Bertha García Vasconcelos

Este artículo tiene Derechos Reservados según la Ley de Derechos de Autor. Ud. tiene permiso para compartir este artículo siempre y cuando incluya el link del blog y el nombre de la autora.

Aceptarse por completo es uno de los sentimientos más poderosos y profundos que los seres humanos podríamos llegar a sentir. Si toda la humanidad lo lograra, aun en condiciones extremas, seguramente que los médicos, sanadores, psicoterapeutas y coaches ya no seríamos necesarios.

Existen investigaciones que demuestran que la falta de aceptación de sí mismo provoca bloqueos a nivel emocional, los cuales a su vez originan problemas y desequilibrios psicológicos y físicos, como depresión, ansiedad, cáncer, enfermedades cardiovasculares, digestivas, etc.

Ya habíamos mencionado en este blog, que el Dr. Albert Ellis, psicoterapeuta, autor y creador de la Terapia Racional Emotiva, afirma que lo primero que hay que hacer para sentirse mejor es aceptarse incondicionalmente, con todas nuestras imperfecciones, problemas, y aun, con los trastornos emocionales que se padezcan. Ellis afirmó que “de no aceptarse, las personas se despreciarán a sí mismas, se deprimirán o enojarán aun más.”

Comprenderse a sí mismo es el paso anterior a la aceptación. Conocer la historia personal, familiar y cultural permite identificar de donde viene uno. El cuerpo, cerebro, hormonas, padecimientos, enfermedades, ciclos, ADN, etc. imprimen al ser características particulares que hacen que las personas reaccionen o se sientan de determinadas maneras, a pesar del enorme disgusto que pudiesen producirle estas sensaciones.

Por otro lado, tememos secretamente que la gente no nos acepte por lo que realmente somos o sentimos porque nosotros mismos no nos aceptamos. Aceptarse a sí mismo involucra aceptar aquello que no podemos reconocer como nuestro, o que en caso de verlo, lo rechazamos, tales como sentir emociones negativas (odio, rencor, ira, cobardía, envidia); mostrar conductas infantiles, impulsivas, manipuladoras, cometer errores repetitivos, engancharnos en conflictos, etc.

Cuando se presenta una situación recurrente, podemos odiarnos a nosotros mismos por repetir las mismas acciones o podemos elegir el pensar y actuar de manera diferente a lo que hemos hecho en el pasado. La vida nos brinda la oportunidad de volver a empezar todos los días. Podemos empezar de cero sin odiarnos por nuestros errores y fallas. En nuestro más íntimo interior, intuimos nuestras equivocaciones pasadas, aunque no las tengamos plenamente conscientes. Porque de tenerlas conscientes, tal vez ya las habríamos corregido. Nos sorprende de nosotros mismos caer una vez más en la misma situación que detestamos porque nos pone a prueba… otra vez.

Para aceptar a los demás, necesitaríamos antes que nada aceptarnos a nosotros mismos a fin de comenzar a sanar todas nuestras relaciones. ¿Te aceptas completamente, con tus fallas y defectos? Entonces podrás aceptar a los demás con sus fallas y defectos.

El que no se acepta a sí mismo, alberga en su interior odio a sí mismo que puede culminar en el deseo de morir o el suicidio mismo. La prueba máxima de la falta de amor a sí mismo
es el suicidio.

Cuando logramos aceptarnos completamente como somos, encontraremos menos obstáculos para realizar nuestros proyectos y sueños. Podemos comenzar a aceptar nuestras imperfecciones naturales, todo aquello que nos hace únicos, para experimentar el amor incondicional hacia uno mismo.

Mi pregunta para ti hoy es: ¿Podrías dejar de lacerarte y comenzar a aceptarte incondicionalmente tal como eres?

15 de enero de 2010

LAS CREENCIAS Y SU REPERCUSION EN NUESTRO COMPORTAMIENTO

Por Bertha Vasconcelos

Escuchamos por todos lados la palabra “creencias” desde diversos enfoques. Aquí explicaremos este término y sus consecuencias en la conducta humana, desde el punto de vista de los psicólogos cognitivos conductuales de una manera muy sencilla y simple.

Las creencias son generalizaciones que hemos ido formando desde que nacimos y que filtran la información que entra del entorno a nuestro sistema. Esto quiere decir que las personas procesamos nuestras vivencias, en base a nuestras creencias, recuerdos e imágenes, por lo que cada uno de nosotros les damos una interpretación particular, según el significado que hayamos almacenado de nuestra experiencia previa.

Existen creencias que definen nuestro sentido de identidad, más resistentes al cambio, por lo que son parte importante en la personalidad y en las relaciones interpersonales. Otras no son centrales a la identidad. Encontramos creencias sobre sí mismo, sociales, sobre los demás, culturales, etc., las cuales pueden ser una combinación de nuestra herencia cultural y de nuestra historia individual de aprendizaje. Las hay improbables, irrealistas, irracionales, dogmáticas, catastróficas o absolutistas.

Una creencia generalizada (ejemplo: “Toda la gente es poco confiable”) conduce a una interpretación generalizada (ejemplo: “Seguramente esta persona me quiere estafar o me está mintiendo”) lo cual hará que nos comportemos de una manera determinada ante los eventos que detonen nuestras creencias. Cuando éstas son categóricas, pueden ser erróneas al aplicarse a todas las situaciones y no de acuerdo al contexto.

Nuestros pensamientos, mensajes que nos decimos, pensamientos automáticos, imágenes, atribuciones, etc. se derivan de nuestros modelos de creencias. Se ha demostrado que las emociones son resultado de los pensamientos automáticos, es decir, de las interpretaciones que hacemos de los eventos, y no de los eventos en sí mismos. En resumen, nuestro comportamiento hacia nosotros mismos y hacia los demás es producto de este complejo sistema en el que intervienen las emociones generadas por los pensamientos que son producidos por nuestras creencias.

Aaron Beck afirma que “la ira y la hostilidad que prevalecen en nuestra civilización se alimentan de creencias rígidas y egocéntricas.” Albert Ellis estaba convencido que los problemas sociales y personales son reflejo de algunas formas de filosofía de la cultura en la cual crecimos, como “la intolerancia, el dogmatismo, el absolutismo, la rigidez y el fanatismo” que han generado creencias generalizadas. El pensaba que para resolver nuestros problemas como civilización, habría que “reorganizar y construir una nueva filosofía mundial.”

En conclusión, cuando las personas cambian sus creencias erróneas o irracionales transforman su vida al recuperar su autenticidad y naturalidad. Cuando los seres humanos cambien las creencias que provocan violencia, cambiaría este mundo.

Cuando entendemos que interpretamos la información y las experiencias de acuerdo a nuestro sistema personal de creencias, que se ha constituido desde nuestro nacimiento, nos percatamos de la tremenda influencia que tienen los estímulos externos, llámese medios publicitarios y de comunicación en la formación de estos sistemas.

Desde el siglo XX hemos vivido en una sociedad que nos ha sometido a vivir la vida que los medios de comunicación nos han vendido, a través de películas, telenovelas, revistas, comerciales, noticias, series televisivas, etc. Los seres humanos no nos damos cuenta que estos medios han sido el canal para dictarnos creencias generalizadas respecto a los roles ideales de los géneros y de las familias, así como para sembrar en nuestras mentes el famoso American Dream (Sueño Americano) o American Way of Life, y hemos caído en su trampa implacable convirtiéndonos en seres humanos estereotipados, que se visten igual, hablan igual, hacen lo mismo y persiguen los mismos ideales y metas.

Nuestras mentes han sido esclavas de la moda y los medios, haciendo que construyamos creencias respecto a la forma perfecta de vestir y vivir. Los tabloides publican noticias distorsionadas y escandalosas, mentiras poco piadosas - sin culpa-, con el fin de generar dinero por que de eso viven. Los medios de comunicación son un negocio, y los motivos por los cuales eligen las noticias son exclusivamente lucrativos, además de fomentar el morbo y el miedo para asegurar el sometimiento de las mentes. Creo que coincidirán como yo con Aaron Beck en que las noticias “exageran el lado oscuro de la naturaleza humana.”

El idealismo y el perfeccionismo patológicos encuentran campo fértil en una cultura manipuladora como la nuestra que, para desarrollarse económicamente, obliga a las personas a luchar incansablemente por conseguir las situaciones y soluciones ideales que han visto en los medios de comunicación, convirtiendo este afán en una tortura por que no se pueden lograr.

Cada vez tenemos mayor acceso a la información que viene repleta de interpretaciones deformadas, acorde a las historias personales o a los intereses monetarios de sus creadores. ¿Estamos pensando lógicamente o nos estamos dejando llevar por lo que escuchamos y vemos en las noticias, sin realizar investigaciones detalladas que proporcionen los datos y hechos que necesitamos para entonces sí, analizar cada uno de éstos? Cuando vemos las noticias y los comerciales sin realizar análisis objetivos, intervienen nuestras distorsiones del pensamiento, es decir, aquellas maneras de pensar que aprendimos erróneamente, como el generalizar, exagerar o el totalizar, por lo que incorporamos a nuestro sistema de creencias, ideas absurdas que generan perfeccionsimo, autocrítica y cruel juicio hacia los demás.

Los publicistas generan y conservan sus ingresos si logran que tengamos una preferencia por una tienda departamental en particular en lugar de otra, o comamos una marca de cereal en lugar de otra. La nueva tendencia y objetivo es inundar el mercado de marcas, haciendo obsoletos los productos y artículos que no porten la marca que mejor haga publicidad, y no necesariamente la de mejor calidad. La mercadotecnia crea constantemente necesidades inútiles, superfluas y excesivas en las personas.
¿Estamos listos para pensar por nosotros mismos, sin la influencia ni manipulación de los medios de comunicación? ¿Estamos listos para ser libres y crear el mundo que deseamos nosotros, y no lo que los medios de comunicación desean para nosotros?

Derechos Reservados © Bertha García Vasconcelos. Ud. puede compartir este artículo siempre y cuando le de crédito a la autora.

Imagen: El Laberinto de Leonora Carrington