Bertha Vasconcelos
¿QUÉ ES LA SOLEDAD?
La palabra soledad viene del latín solitas.
En el Diccionario de la Real
Academia Española, entre sus diversas acepciones, dice:
- Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.
Se define como un estado en el que se carece de la compañía de otra
persona u otras, por decisión propia o por circunstancias fuera de la voluntad
propia. La soledad también se asocia a la emoción de la tristeza. Conceptualmente
es un estado subjetivo. Es un sentimiento o una emoción compleja. No es una
emoción primaria o innata, sino que se aprende por influencia del entorno y la
interacción social. Esto significa que no nacemos con el sentimiento de
soledad. Y todo lo que se aprende, se puede desaprender para reaprender.
¿EXISTE LA SOLEDAD ABSOLUTA?
Es muy común que los adolescentes se sientan
solos, y más aún si sus padres trabajan y no tienen hermanos con quienes
convivir. Pueden sentirse solos, a pesar de tener padres, hermanos, amigos, novio/a,
y hasta una enorme familia extendida de abuelos, tíos, primos. Los adolescentes
tienen una gran necesidad de pertenencia, misma que buscarán entre sus pares,
chicos de su generación. Necesitan sentirse aceptados y aprobados por los demás
en demasía, porque ellos no se dan la aceptación a sí mismos tal como lo haría
un adulto sano. Por ello, los padres deberán estar siempre atentos de las
personas con quienes sus hijos se están relacionando, porque podrían buscar la
aprobación y satisfacer su necesidad de pertenencia o con los chicos
equivocados. El riesgo es que también podrían ahogar sus sentimientos de
soledad con drogas o adoptar conductas de riesgo, como tener sexo no seguro,
manejar y beber, establecer relaciones codependientes o tóxicas, etc.
La pregunta es: ¿la soledad es real o subjetiva? Analicemos diversas
situaciones.
Una cosa es vivir solo y otra es sentirse solo. Se puede vivir solo sin
sentir soledad. Y en cambio, alguien que vive con diez personas, inclusive consanguíneas,
puede sentirse solo.
Ser solitario es diferente a estar solo. Carl Jung identificó dos
dimensiones opuestas complementarias que todo ser humano posee:
- La extraversión: Derrocha energía, la saca del entorno. Su atención está afuera, busca compañía, hablar. Gusta de la aventura, los exteriores, el movimiento y los retos.
- La introversión (no se confunda con timidez): Reflexión e introspección, análisis profundo, rechaza las exigencias del entorno. Escuchar, observar, leer y analizar. Imaginación y precaución.
Nadie por supuesto es únicamente introvertido o extrovertido. Sin
embargo, hay una inclinación natural por una u otra, sobre todo al momento de
extraer energía. Simplemente que cuando la introversión está activa, la
extraversión está pasiva; y viceversa. Es como dos programas en una computadora, a veces, uno está delante y el
otro atrás; y los cambiamos según nuestra necesidad. El equilibrio en este caso
es desadaptativo, es decir, si deseo ser mitad extrovertida y mitad
introvertida no funciona. Lo ejemplifico a fin de clarificar este concepto. La
persona introvertida saca su extraversión cuando se encuentra cómoda con un pequeño
grupo de amigos. El extrovertido debía darse sus tiempos de soledad para hacer
introspección. De no hacerlo, pierden equilibrio en sus vidas. La persona que
prefiere la introversión se siente a gusto estando sola, porque la invita a la
reflexión profunda. La soledad le proporciona descanso y relajación. Por ello,
una persona solitaria no necesariamente se siente sola. Si está sola, vive sola
o no tiene pareja, y disfruta de la soledad, no quiere decir que sienta
soledad.
Por otro lado, aislarse podría ser perjudicial. Hay personas que no
socializan por creencias erróneas respecto a las demás personas. Por ejemplo,
hay mujeres que no confían en las amistades femeninas porque no tienen hermanas
o sus madres les enseñaron a desconfiar de otras mujeres por su propia
experiencia personal. Las personas también podrían aislarse por depresión, y se
detecta porque antes disfrutaba del salir o socializar. Una persona deprimida
puede sentirse sola, y al aislarse, se crea un círculo vicioso que incrementará
los síntomas de depresión y agudizará la enfermedad.
Hay trastornos de ansiedad que intensifican los sentimientos de soledad.
Por ejemplo, la persona que padece ansiedad puede llegar a casa y prender sus
dos o tres televisores para disminuir la ansiedad que le origina el silencio y
evoca sus sentimientos de soledad. Si vive acompañada, cuando llega su familia,
apaga sus televisores. Pero esa persona está dependiendo de los demás para no
sentir ese sentimiento. Sucede con frecuencia en mujeres separadas cuando los
hijos se van de casa. La depresión, ansiedad y sentimientos agudos de soledad
son tratables con psicoterapia.
NO ESTAS SOLO
Yo pienso que nunca estamos solos, y concuerdo con otros autores cuando
afirman que la soledad no es absoluta.
¿Por qué lo creo así? Cuando recuerdo a las personas que están
dispuestas a ayudar a extraños, que no conocen personalmente, pero que están
dispuestas a brindarle una oración, ayuda altruista, alimento, donativos
económicos o en especie. Un ejemplo muy claro que nos permite aseverar que
nunca estamos solos, es la historia de los “topos” mexicanos que arriesgan su
vida para rescatar a víctimas de desastres, a quienes no conocen y que sin
embargo, están dispuestas a arriesgar sus vidas por todas ellas. La historia de
los “topos” comenzó el 19 de septiembre de 1985 después del terremoto de 8.1 (escala Ritcher). La
terrible devastación que quedó en toda la ciudad, los múltiples escombros que
quedaron de los edificios, miles de víctimas, atrapadas en los escombros
impulsó a un grupo de voluntarios a organizarse para buscar y rescatar a las víctimas.
Se les llamó topos porque entraban entre los escombros hasta llegar a las víctimas,
derivado de los mamíferos que construyen túneles subterráneos cavados por ellos mismos y rara
vez salen a la superficie. En febrero de 1986 se constituyeron como la Brigada de Rescate
Topos Tlaltelolco A.C.; son reconocidos y requeridos a nivel mundial. Justamente
mis colegas
egresados y la propia universidad donde estudié, estamos organizando un curso
para preparar a un grupo de psicólogos en Intervención en Crisis en Víctimas de
Desastres Naturales y Urbano por los expertos. Es muy probable que aún no conocemos
a las personas que podríamos apoyar voluntariamente en caso de un desastre,
pero que deseamos no se sientan solas de requerirnos.
Nadie está solo. Basta con observar cuantas personas colocan un emoticón
triste o mencionan que están tristes en su Facebook, e inmediatamente al menos
media docena de sus contactos preguntan qué les pasa. Siempre hay al menos una
persona dispuesta a estar ahí.
Un evento reciente constata lo que afirmo. Cuando hackearon mi cuenta electrónica,
y enviaron un correo a todos mis contactos diciendo - en un mal español - que
estaba en París y había perdido el bolso por lo que les pedía dinero, fue
abrumadoramente agradable recibir una gran cantidad de mensajes y llamadas de
personas preocupadas por mí. El primero en llamar fue mi sobrino ahijado, le
siguieron llamadas y mensajes de amigos, clientes, familiares, pacientes,
colegas, conocidos, inclusive, amistades de mis familiares. Y así continuó el
día, entre la consulta, atendía llamadas y mensajes. Estoy profundamente
agradecida porque su ayuda fue desinteresada derivada de una preocupación
genuina. Estoy convencida desde hace muchos años que nunca estoy sola.
Te desafío a que hagas la prueba. Este ejercicio te ayudará a ser más
objetivo. Enlista a todas las personas que están presentes en tu vida actual.
Escribe los nombres de familiares, amigos, pareja, vecinos, hijos, compañeros
de escuela y trabajo, médicos, psicólogos, jefes, en fin, todas las personas que
frecuentas, aunque sea de manera ocasional, que te hayan demostrado amistad, te
inspiren confianza, que sabes que cuentas con ellos, con quienes te sientes a
gusto y te sorprenderás. También recuerda esos eventos felices o desafortunados
cuando las personas te han consolado, llamado, invitado, abrazado, felicitado. Ahora
responde honestamente: ¿Estás solo?
El mejor amigo de una persona es sí misma. Si nos sentimos confortables
con nuestra propia compañía, no sentimos soledad. Una persona que disfruta de sí
misma, permite que los demás también la disfrutan, y vivirá rodeada de muchas personas que la estiman.
No confundas. Si esperas cariño o aprobación de los demás, y no los
recibes según tus expectativas, no significa que estés solo.
El miedo a la soledad es un mal consejero. Cuántas mujeres y hombres se
casan o viven con alguien con tal de no estar solos. Recuerdo que cuando tenía
severos problemas conyugales, al borde del divorcio, hablé telefónicamente con el
novio que tuve antes de conocer al que fue mi esposo, quien coincidentemente también
pasaba por lo mismo. No nos veíamos desde que me había casado. Y me propuso:
“No quiero vivir solo, vamos a vivir juntos.” Era un ofrecimiento atractivo,
pero yo no tenía una relación con él, hacía años que no lo veía y dudo mucho
que terminaríamos conviviendo simplemente de roomies. Yo no necesitaba meterme en un problema futuro por aliviar
o huir de una situación presente. Así que mi respuesta fue: “No, no es el
tiempo.” Y él me respondió con optimismo: “Bueno, vivamos juntos y cada quien
tiene su recámara, pero no quiero vivir solo.” Por supuesto que no acepté, sabía
que primero tenía que cerrar el círculo anterior, no quise arriesgar una bonita
amistad. No me arrepiento.
La soledad se lleva dentro, no está afuera. La verdad es que nunca
estamos solos... nunca.
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