26 de noviembre de 2015

SENTIRSE SOLO... NUNCA ESTAS SOLO

Bertha Vasconcelos



¿QUÉ ES LA SOLEDAD?

La palabra soledad viene del latín solitas. En el Diccionario de la Real Academia Española, entre sus diversas acepciones, dice:

- Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.
- Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.

Se define como un estado en el que se carece de la compañía de otra persona u otras, por decisión propia o por circunstancias fuera de la voluntad propia. La soledad también se asocia a la emoción de la tristeza. Conceptualmente es un estado subjetivo. Es un sentimiento o una emoción compleja. No es una emoción primaria o innata, sino que se aprende por influencia del entorno y la interacción social. Esto significa que no nacemos con el sentimiento de soledad. Y todo lo que se aprende, se puede desaprender para reaprender.

¿EXISTE LA SOLEDAD ABSOLUTA?

Es muy común que los adolescentes se sientan solos, y más aún si sus padres trabajan y no tienen hermanos con quienes convivir. Pueden sentirse solos, a pesar de tener padres, hermanos, amigos, novio/a, y hasta una enorme familia extendida de abuelos, tíos, primos. Los adolescentes tienen una gran necesidad de pertenencia, misma que buscarán entre sus pares, chicos de su generación. Necesitan sentirse aceptados y aprobados por los demás en demasía, porque ellos no se dan la aceptación a sí mismos tal como lo haría un adulto sano. Por ello, los padres deberán estar siempre atentos de las personas con quienes sus hijos se están relacionando, porque podrían buscar la aprobación y satisfacer su necesidad de pertenencia o con los chicos equivocados. El riesgo es que también podrían ahogar sus sentimientos de soledad con drogas o adoptar conductas de riesgo, como tener sexo no seguro, manejar y beber, establecer relaciones codependientes o tóxicas, etc.

La pregunta es: ¿la soledad es real o subjetiva? Analicemos diversas situaciones.

Una cosa es vivir solo y otra es sentirse solo. Se puede vivir solo sin sentir soledad. Y en cambio, alguien que vive con diez personas, inclusive consanguíneas, puede sentirse solo.

Ser solitario es diferente a estar solo. Carl Jung identificó dos dimensiones opuestas complementarias que todo ser humano posee: 
  1. La extraversión: Derrocha energía, la saca del entorno. Su atención está afuera, busca compañía, hablar. Gusta de la aventura, los exteriores, el movimiento y los retos.
  2. La introversión (no se confunda con timidez): Reflexión e introspección, análisis profundo, rechaza las exigencias del entorno. Escuchar, observar, leer y analizar. Imaginación y precaución.
Nadie por supuesto es únicamente introvertido o extrovertido. Sin embargo, hay una inclinación natural por una u otra, sobre todo al momento de extraer energía. Simplemente que cuando la introversión está activa, la extraversión está pasiva; y viceversa. Es como dos programas en una computadora, a veces, uno está delante y el otro atrás; y los cambiamos según nuestra necesidad. El equilibrio en este caso es desadaptativo, es decir, si deseo ser mitad extrovertida y mitad introvertida no funciona. Lo ejemplifico a fin de clarificar este concepto. La persona introvertida saca su extraversión cuando se encuentra cómoda con un pequeño grupo de amigos. El extrovertido debía darse sus tiempos de soledad para hacer introspección. De no hacerlo, pierden equilibrio en sus vidas. La persona que prefiere la introversión se siente a gusto estando sola, porque la invita a la reflexión profunda. La soledad le proporciona descanso y relajación. Por ello, una persona solitaria no necesariamente se siente sola. Si está sola, vive sola o no tiene pareja, y disfruta de la soledad, no quiere decir que sienta soledad.

Por otro lado, aislarse podría ser perjudicial. Hay personas que no socializan por creencias erróneas respecto a las demás personas. Por ejemplo, hay mujeres que no confían en las amistades femeninas porque no tienen hermanas o sus madres les enseñaron a desconfiar de otras mujeres por su propia experiencia personal. Las personas también podrían aislarse por depresión, y se detecta porque antes disfrutaba del salir o socializar. Una persona deprimida puede sentirse sola, y al aislarse, se crea un círculo vicioso que incrementará los síntomas de depresión y agudizará la enfermedad.  

Hay trastornos de ansiedad que intensifican los sentimientos de soledad. Por ejemplo, la persona que padece ansiedad puede llegar a casa y prender sus dos o tres televisores para disminuir la ansiedad que le origina el silencio y evoca sus sentimientos de soledad. Si vive acompañada, cuando llega su familia, apaga sus televisores. Pero esa persona está dependiendo de los demás para no sentir ese sentimiento. Sucede con frecuencia en mujeres separadas cuando los hijos se van de casa. La depresión, ansiedad y sentimientos agudos de soledad son tratables con psicoterapia. 

NO ESTAS SOLO

Yo pienso que nunca estamos solos, y concuerdo con otros autores cuando afirman que la soledad no es absoluta.

¿Por qué lo creo así? Cuando recuerdo a las personas que están dispuestas a ayudar a extraños, que no conocen personalmente, pero que están dispuestas a brindarle una oración, ayuda altruista, alimento, donativos económicos o en especie. Un ejemplo muy claro que nos permite aseverar que nunca estamos solos, es la historia de los “topos” mexicanos que arriesgan su vida para rescatar a víctimas de desastres, a quienes no conocen y que sin embargo, están dispuestas a arriesgar sus vidas por todas ellas. La historia de los “topos” comenzó el 19 de septiembre de 1985 después del terremoto de 8.1 (escala Ritcher). La terrible devastación que quedó en toda la ciudad, los múltiples escombros que quedaron de los edificios, miles de víctimas, atrapadas en los escombros impulsó a un grupo de voluntarios a organizarse para buscar y rescatar a las víctimas. Se les llamó topos porque entraban entre los escombros hasta llegar a las víctimas, derivado de los mamíferos que construyen túneles subterráneos cavados por ellos mismos y rara vez salen a la superficie. En febrero de 1986 se constituyeron como la Brigada de Rescate Topos Tlaltelolco A.C.; son reconocidos y requeridos a nivel mundial. Justamente mis colegas egresados y la propia universidad donde estudié, estamos organizando un curso para preparar a un grupo de psicólogos en Intervención en Crisis en Víctimas de Desastres Naturales y Urbano por los expertos. Es muy probable que aún no conocemos a las personas que podríamos apoyar voluntariamente en caso de un desastre, pero que deseamos no se sientan solas de requerirnos.

Nadie está solo. Basta con observar cuantas personas colocan un emoticón triste o mencionan que están tristes en su Facebook, e inmediatamente al menos media docena de sus contactos preguntan qué les pasa. Siempre hay al menos una persona dispuesta a estar ahí.

Un evento reciente constata lo que afirmo. Cuando hackearon mi cuenta electrónica, y enviaron un correo a todos mis contactos diciendo - en un mal español - que estaba en París y había perdido el bolso por lo que les pedía dinero, fue abrumadoramente agradable recibir una gran cantidad de mensajes y llamadas de personas preocupadas por mí. El primero en llamar fue mi sobrino ahijado, le siguieron llamadas y mensajes de amigos, clientes, familiares, pacientes, colegas, conocidos, inclusive, amistades de mis familiares. Y así continuó el día, entre la consulta, atendía llamadas y mensajes. Estoy profundamente agradecida porque su ayuda fue desinteresada derivada de una preocupación genuina. Estoy convencida desde hace muchos años que nunca estoy sola.

Te desafío a que hagas la prueba. Este ejercicio te ayudará a ser más objetivo. Enlista a todas las personas que están presentes en tu vida actual. Escribe los nombres de familiares, amigos, pareja, vecinos, hijos, compañeros de escuela y trabajo, médicos, psicólogos, jefes, en fin, todas las personas que frecuentas, aunque sea de manera ocasional, que te hayan demostrado amistad, te inspiren confianza, que sabes que cuentas con ellos, con quienes te sientes a gusto y te sorprenderás. También recuerda esos eventos felices o desafortunados cuando las personas te han consolado, llamado, invitado, abrazado, felicitado. Ahora responde honestamente: ¿Estás solo?

 TU ERES TU MEJOR COMPAÑÍA

El mejor amigo de una persona es sí misma. Si nos sentimos confortables con nuestra propia compañía, no sentimos soledad. Una persona que disfruta de sí misma, permite que los demás también la disfrutan, y vivirá rodeada de muchas personas que la estiman. 

No confundas. Si esperas cariño o aprobación de los demás, y no los recibes según tus expectativas, no significa que estés solo.

El miedo a la soledad es un mal consejero. Cuántas mujeres y hombres se casan o viven con alguien con tal de no estar solos. Recuerdo que cuando tenía severos problemas conyugales, al borde del divorcio, hablé telefónicamente con el novio que tuve antes de conocer al que fue mi esposo, quien coincidentemente también pasaba por lo mismo. No nos veíamos desde que me había casado. Y me propuso: “No quiero vivir solo, vamos a vivir juntos.” Era un ofrecimiento atractivo, pero yo no tenía una relación con él, hacía años que no lo veía y dudo mucho que terminaríamos conviviendo simplemente de roomies. Yo no necesitaba meterme en un problema futuro por aliviar o huir de una situación presente. Así que mi respuesta fue: “No, no es el tiempo.” Y él me respondió con optimismo: “Bueno, vivamos juntos y cada quien tiene su recámara, pero no quiero vivir solo.” Por supuesto que no acepté, sabía que primero tenía que cerrar el círculo anterior, no quise arriesgar una bonita amistad. No me arrepiento.

La soledad se lleva dentro, no está afuera. La verdad es que nunca estamos solos... nunca.

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