13 de febrero de 2013

NO ESTAMOS HECHOS PARA SUFRIR


Por Bertha Vasconcelos

No estamos hechos para llorar. Tampoco para enojarnos en exceso. Ni para la ansiedad extrema que acelera el pulso y el ritmo cardíaco. ¿Cómo es esto? Porque después de estas emociones intensas quedamos desgastados. Si tenemos una crisis de llanto, terminamos con los ojos hinchados, manchones rojos en la cara y/o un dolor de cabeza insoportable. La rabia nos deja agotados y con un desagradable “sabor de boca.” El pánico, disfrazado de ansiedad, nos paraliza. No, el ser humano no está hecho para sufrir.

Estamos hechos para sentir emociones, pero, no creo que estemos hechos para sufrir. Y si es así, ¿por qué lo hacemos?

Nuestras creencias nos conducen al drama. Experimentamos los cambios y pérdidas como si algo o alguien nos fueron arrebatados injustamente por la vida. Todo cambio tiene una razón que no es obvia al principio. Los motivos van cobrando forma con el paso del tiempo. Las pérdidas son ganancias disfrazadas. Al final, si hacemos un recuento de nuestra historia pasada, podemos comprobar que tras esas “tragedias” llegó algo mejor o nos dejaron valiosos aprendizajes sobre la vida y su significado. Vinimos a aprender. Todo es experiencia y si sabemos aprovecharla, también resulta en un aprendizaje.

Cuando algo nos sucede que reabre las heridas infundidas en nuestra más tierna infancia, volvemos a sentir el mismo gran dolor. Si sucedió en la edad pre-verbal, no hay manera de verbalizarlo hasta llegar a ser adultos y comprenderlas. Las heridas se produjeron a raíz del rechazo, abandono, indiferencia, traición, humillación, injusticia, o tal vez exigencia, de alguno o ambos de nuestros progenitores. Aunque el habernos sentido rechazados o no aceptados por nuestros padres no necesariamente quiere decir que no nos quisieron.

Quedarse atorado en emociones desagradables o heridas del pasado detienen nuestro andar por la vida, por consiguiente, nuestro crecimiento. Pelearnos con lo que la vida nos trae, no conduce más que al sufrimiento. Es nuestro ego que se defiende, no quiere ceder, no quiere morir, no quiere perder el control. Cuando dejamos de pelearnos con la vida soltamos, y al soltar fluimos, y al fluir nos colocamos en el momento presente que conduce a un espacio de libertad y paz donde afora la conciencia y la creatividad. Desde ese espacio podremos encontrar soluciones, tomar decisiones, imaginar y crear nuevos caminos hacia nuestra propia realización y de nuestros sueños. Porque en ese espacio, yace el SER. Y cuando simplemente SOY, puedo TRASCENDER porque del SER emanan nuestro ilimitado potencial e infinita creatividad.
Suelta, fluye y vive en el momento presente. Deja de vivir en el futuro y en el pasado porque te pierdes de las experiencias del presente que te hacen VIVIR.

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