26 de octubre de 2020

EL CAMBIO REQUERIDO PRIMERO ES INTERNO

Por Bertha Vasconcelos
www.berthavasconcelos.com




Todas las personas desean gozar de bienestar y en ocasiones renovar su vida, sin embargo, para poder disfrutar de ello es imprescindible cambiar algo de nosotros mismos en lugar de esperar que los demás o las cosas externas cambien. Además, es necesario vaciarse de lo inútil e inservible para poder recibir lo nuevo. Por ejemplo, podríamos desechar nuestro apego a lo material, al dinero y al pesimismo, así como nuestra intolerancia hacia los demás o el aceptar maltrato de cualquier tipo. Significa soltar el afán compulsivo de ser perfeccionistas con el que continuamente nos torturamos a nosotros mismos y ofendemos a los demás. O, tal vez deshacernos de los viejos resentimientos que nos corroen y de los amargos recuerdos que nos atan a un pasado tortuoso. De nada nos sirve ya la compulsión de controlar, es decir, desear cambiar a los demás, esperar que sean diferentes y que se comporten o nos traten como nosotros deseamos. Quizá podamos desprendernos del egoísmo, de la frialdad o la amargura. Es imposible siquiera el imaginar vivir cosas nuevas si nos negamos a eliminar lo que resulta obsoleto. No podemos seguir siendo los mismos y vivir la vida de la misma manera si deseamos una vida diferente; persistir en esa idea nos impedirá alcanzar la anhelada realidad.  

Si reconocemos que todas las personas poseen sabiduría, que tienen derecho a equivocarse por que son tan humanos como nosotros mismos, comenzamos a aceptar que su verdad también es válida y expulsamos la soberbia de sentirnos mejor que los otros o creer saber lo que es mejor para ellos. Si lo analizamos bien, nadie es mejor que otro, por que todos estamos aquí para aprender diferentes cosas, por eso tu vida y la forma de vivirla es distinta a la de todos los demás seres humanos. Cada uno de nosotros vino a vivir una experiencia única y propia, por eso no podemos juzgar ni criticar a nadie por que no conocemos su historia personal (aunque arrogantemente pensemos que si).

Si logramos cambiar cómo vemos y qué vemos en el mundo y en las personas que nos rodean, nuestra realidad cambiaría. Así que, si elegimos describir al mundo, a nuestra pareja o a nuestros padres en términos más positivos, creamos nuestra realidad más acorde a lo que elegimos ver. Los seres humanos buscamos darle sentido a nuestras vidas a través de las historias culturales que hemos escuchado o las historias  que nos contamos a nosotros mismos. Nuestras propias experiencias cobran sentido cuando tejemos una historia que nos permita llegar a una congruencia de nosotros mismos y del mundo en el que vivimos. Recordemos que el contexto cultural y social donde crecimos o vivimos moldea nuestra forma de pensar. Tom Andersen escribió: “Cada evento recordado es una historia, ya sea personal, contada o escuchada. Nos decimos historias de la vida, y vivimos de acuerdo a esas historias… así es la vida humana.”

También valdría la pena buscar las creencias irracionales que crean y mantienen nuestros problemas o nuestras conductas problemáticas, así como el cuestionarnos de dónde vienen y qué procesos sociales o culturales entraron en juego para tener precisamente esas creencias y no otras. Según Albert Ellis, las creencias irracionales se originan cuando nuestros deseos y preferencias se intensifican al grado de convertirse en demandas o exigencias, es decir, que en lugar de desear algo, pensamos que debemos tenerlo. Nuestras creencias producen pensamientos, que a su vez derivan en emociones, positivas o negativas. Cuando cambiamos nuestros pensamientos o las interpretaciones  que damos a las cosas, iniciamos el proceso de cambio. Por ejemplo, si una persona que amamos olvida nuestro cumpleaños, no es el olvido en sí mismo sino las creencias que tenemos acerca de ese olvido lo que nos hace sentir enojados o deprimidos. Para que una experiencia deje de repetirse una y otra vez, es necesario cambiar el significado o la interpretación que hacemos de la misma. En alguna ocasión escuché una frase que me pareció muy atinada: “Yo cambio y todo cambia.” Es tiempo de que soltemos la necedad que lo demás es lo que debe cambiar para que seamos felices.  

Es necesario transformar las relaciones que nos lanzan a revivir una y otra vez los viejos patrones de conducta, como decir si cuando deseamos decir no, o aceptar versiones de otros que aniquilan al verdadero ser junto con sus talentos. Tenemos el poder de crear la vida que deseamos en nuestras manos. Recuperemos nuestra autoeficacia, entendida como la capacidad de ejercer control sobre nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, para aprender de los demás, para planear estrategias, para regular nuestro comportamiento y ser partícipes de la autorreflexión. La autoeficacia permite que cambiemos nuestra conducta.   


A fin de crear una nueva realidad, necesitamos cambiar la historia que nos hemos contado y la que nos hemos creído de nosotros mismos, de los demás y de la vida. La verdad no existe independientemente de la mente humana, y aunque el mundo está ahí, lo que construye nuestra realidad son todas aquellas descripciones e interpretaciones que hacemos los seres humanos de nuestro mundo, las cuales emergen continuamente de nuestras interacciones con otras personas. Es así como podremos moldear y cambiar la sociedad a la cual pertenecemos.

Para aprovechar las oportunidades, es indispensable cambiar nuestra percepción de los demás y de nosotros mismos. Para terminar, les dejo unas preguntas para reflexionar en aquellos momentos durante los cuales sueñan y establecen sus objetivos: ¿Me veo como un ser talentoso y capaz? ¿Reconozco que tengo el poder de cambiar mi vida sin desear cambiar a los demás? ¿Soy capaz de ver el potencial y talentos de los demás, sin disminuirlos? ¿Qué necesito cambiar en mi mismo? ¿Puedo ser más tolerante, paciente o respetuoso con los demás? ¿Estoy listo para cambiar mi realidad y mi mundo? ¿Comprendo que para que mi realidad cambie necesito cambiar yo primero? ¿He perdonado a todos y a mi mismo? ¿Me amo y amo a los seres humanos, aunque ellos no me amen?

¡Te deseo que te atrevas a crear la vida que deseas y mereces gozar!

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