Nunca es tarde
para sanar la relación con tus padres, no olvides que tus conflictos con ellos
permearán muchas áreas de tu vida, aún como adulto.
Comienza a sanar esa
relación el día de hoy.
Es común que nuestros padres nos despiertan
emociones ambivalentes. Pueden inspirarnos profundos sentimientos de amor, pero
también emociones intensas como el enojo o resentimiento, por lo tanto, puede
aparecer también la culpa. No es fácil tratar con nuestros padres cuando
sentimos que nos están controlando o manipulando, porque esas conductas nos
desagradan enormemente como es natural. Es ahí donde entramos en esa
ambivalencia, del padre o madre ideal al padre o madre “satanizado.” Sentimos
que nos elevan o nos hunden con la facilidad de una sola palabra. ¡Ah, esa
relación con los padres tan llena de contradicciones y rarezas!
Para sanar la relación con ellos,
es preciso dedicarle un tiempo y poseer una verdadera motivación de lograrlo.
Algún día nos llega a todos el momento de hacerlo, cuando estamos listos para
crecer, de dejar de ser infantes y convertirnos en adultos. Esto puede llegar a
los 30, 40, 50, 60 años o jamás… Lo que si puedo asegurarles, es que para vivir
una vida plena y feliz, sanar esta relación es más valioso de lo que
imaginamos.
Podemos empezar por reconocer
honestamente los sentimientos que nos inspiran, incluida la impaciencia o rabia
cuando hacen ciertas cosas que nos sacan de quicio. Una vez reconocidas esas
emociones, es importante validarlas. Somos seres humanos, así que por supuesto
que nos enojamos con nuestros seres queridos, incluyendo nuestros padres, aun cuando
sean mayores.
Pero aquí justo es donde comienza
el problema, porque creemos que no debemos enojarnos con ellos, como una
prohibición que se castiga duramente de hacerlo. Necesitamos cambiar ese
paradigma absurdo que enferma el alma. Pero, cuando digo reconocer el enojo no
estoy diciendo que vayas a gritarle a tu
madre y decirle todas las cosas horribles que te ha hecho. No me refiero a
ello, sino al hecho de reconocerlo internamente, como poder decirse a sí mismo:
“Estoy enojado con papá” o “¡Estoy furiosa porque mamá me dijo que no hable con
extraños enfrente de ellos a mis 45 años!”
Si crees que esto le hace daño a tu mamá o a ti, es todo lo contrario,
es lo más saludable que puedes hacer. Date el permiso de admitir tus emociones
negativas. Puedes comenzar con un “es natural o tengo derecho sentirme enojado
con papá.”
Lo más importante de admitir tus
emociones de rabia o frustración, es que necesitas impedir sentirte culpable
por ello. ¿Por qué? Debido a que aprendimos a no enojarnos con ellos, y al
sentir enojo como ser humano que eres, lo más probable es que te sientas
culpable y te sabotees. Este proceso: Enojo-Culpa-Sabotaje, puede suceder en tan solo fracciones de
segundo. Así que una vez que validamos el enojo, es necesario agregar: “No me
voy a sentir culpable por enojarme con mamá.” Esto automáticamente impedirá que
te sabotees. Cuando hablo de autosabotaje me refiero a conductas como perder
algo, desde un objeto a dinero; no avanzar en tu carrera; posponer tus sueños,
inclusive, hasta podrías llegar a deprimirte si guardas demasiado tiempo el
enojo y resentimiento.
El siguiente paso es aceptar que
mamá y papá no van a cambiar, que así fueron, son y serán. Es preciso dejar de
idealizarlos y esperar algo que no llegará. Aquí comienza nuestro crecimiento,
cuando dejamos la idea infantil que mamá y papá son perfectos, ideales y “siempre”
nos amaron de manera incondicional. O que si hacemos algo para complacerlos, nos
amarán de otra manera. La realidad es que nuestros padres tampoco fueron amados
de forma incondicional por sus propios padres, y también crecieron con
carencias afectivas. Como sus propios padres hicieron generación tras
generación. El amor humano es imperfecto; la humanidad está aprendiendo a amar
y a controlar sus conductas disfuncionales. Tal vez haya personas que sean impecables en su forma de amar, no lo sé, pero lo
que sí puedo asegurar es, que la gran mayoría de los seres humanos aun no
llegamos ahí.
Ahora que ya reconociste
honestamente tus sentimientos hacia tus padres y ya aceptaste que no van a
cambiar - que son como son – podrías continuar con identificar aquellos valores
que te inculcaron, con los que deseas quedarte y con cuáles no. Al realizar mi
propio análisis de valores, me di cuenta que aquellos valores de mis padres que
considero positivos y que yo incorporé como míos, se expandieron de tal manera,
que pude ver en mí lo que ellos habían visualizado para mi vida exitosa. Pero, también me di cuenta que
introyecté sus propias fallas, las cuales me han hecho tropezar. Padres
perfeccionistas crían hijos perfeccionistas. Por el lado positivo desarrollarán
el sentido de responsabilidad, así como estándares de excelencia y calidad en
lo que hacen, pero por otro lado, el no estar conscientes de su propio
perfeccionismo les conducirá a una auto exigencia tal, que evitarán o pospondrán
hacer cosas que les beneficien, incluyendo luchar por sus sueños más anhelados.
Recuerdo lo feliz que fui cuando me percaté de mi perfeccionismo y comencé a
liberarme de su tiránico yugo.
También funciona no engancharse,
es decir, no responder automáticamente ante las conductas de control, sarcasmos
o gritos de los padres. Toma tu tiempo antes de responder, respira
profundamente inhalando 4 tiempos y exhalando en 6 tiempos.
Para sanar esta relación
primordial (que repercutirá en todas tus relaciones y muchas áreas de tu vida)
es necesario, primero conocerse para poder aceptarse (construir una autoestima
fuerte y saludable), y así revalorar lo que realmente deseamos para nosotros
mismos, que no es necesariamente lo que ellos quieren, aunque haya temas en
común que vale la pena conservar y agradecer.
El proceso para sanar la relación
con los padres es arduo, sin embargo, estas ideas representan un buen comienzo
desde donde partir.
Te deseo éxito en la inevitable
tarea de sanar la relación con los padres, si hemos de desear una vida plena y
un crecimiento integral como seres humanos. Aprovecha si aun viven. Te aseguro que si se puede, aunque parezca difícil al principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario