Por Bertha Vasconcelos
Poco después llegaron las conclusiones del caso con las sanciones correspondientes a los involucrados en el acoso. A la chica se le ofreció reubicarse en otro departamento. No hubo despidos, únicamente llamadas de atención por escrito. En mi mente quedó una interrogante: ¿Se le habrá hecho justicia a la joven que recibía amenazas constantes y me llamaba a diversas horas aterrorizada? Cuando yo regresé a México, me enteré que demandó a la empresa por 3 millones de dólares porque no consideró justo que ella tuviese que cambiarse y los agresores se quedaran en sus puestos de trabajo como si no hubiesen hecho nada. Por alguna razón no me extrañó que demandara. ¿Habían sido las sanciones adecuadas para los que cometieron las atrocidades? Y, ¿para el jefe que lo permitió y no lo detuvo? Yo fui testigo de su sonrisa sarcástica de satisfacción al escuchar las conclusiones que realmente no le perjudicaba. Esta chica fue tocada, humillada, vivió en un ambiente donde de forma continua escuchaba comentarios sexuales y burlas, fue hostigada y aterrorizada por varios meses. Nada justificaba el abuso del cual fue víctima.
El acoso sexual en el trabajo se define como los avances sexuales no bienvenidos, conducta inapropiada, intimidación, abuso verbal, conducta sexual no deseada y que interfiere con el desempeño de una persona creando un ambiente de trabajo hostil, ofensivo e intimidante.
Casos similares ocurren todos los días en México y en todo el mundo. En otra empresa transnacional donde trabajé, el corporativo en Estados Unidos recibió quejas de un gerente por acoso sexual y ordenó una investigación. Las entrevistas comenzaron. Una joven y atractiva empleada quien acusó a esta persona ¡fue despedida! Sin embargo, las quejas por parte de otras empleadas continuaron y finalmente el hombre fue despedido. En ambos casos, tanto en México como Estados Unidos, me pareció que no se les dio la debida credibilidad a las empleadas acosadas. ¿Por qué? ¿Será que el patriarcado realmente no reconoce el acoso sexual y protegió a estos hombres que lo realizan como un derecho inalienable de su género?
Acción detestable que las mujeres hemos experimentado y soportado durante años desde las primeras actividades laborales dentro de nuestros lugares de trabajo. Desde las miradas y comentarios lascivos, galanterías morbosas y constantes hasta las insinuaciones de compañeros, jefes, clientes.
Buscando imágenes para este artículo recordé que mi abuela paterna me contó que a ella la habían acosado en su trabajo. La primera vez que sufrí de acoso sexual fue cuando yo tenía 18 años. Había aceptado un trabajo vendiendo tarjetas de descuento. Mi hermana mayor me acompañó para que no fuese sola a cobrar mis únicos honorarios porque le conté que el jefe (bastante mayor) me había tocado la mano mientras comíamos. La segunda ocasión fue, cuando aún estudiaba en la universidad y trabajaba, recibí “piropos” de compañeros que mi propio jefe escuchó y los reprobó enfrente de mí. Con el tiempo, aprendí a defenderme y a manejar este tipo de situaciones como todas las mujeres aprendemos a vivir con esto debido a lo extendido y arraigado que está dentro de los ambientes laborales. Hoy en pleno siglo XXI aún sigue sucediendo algo que simplemente no debería de existir. Me pregunto si algún día lograremos erradicar este tipo de conductas, al menos en los ambientes laborales y académicos.
Con
el fin de reducir la violencia de género, se han
aprobado reformas en los Códigos Penales del mundo para sancionar con cárcel y
multas el delito de acoso y hostigamiento sexual, además de inhabilitación en
caso de que quien lo cometa ocupe un cargo público. La realidad es que
únicamente se denuncian el 30% de los delitos de acoso sexual por temor a las represalias.
Recordemos los casos de mis compañeras de trabajo ya comentados.
Debemos cambiar y ninguna persona tiene por qué tolerar el acoso y hostigamiento sexual.
¿QUÉ HACER ANTE EL ACOSO SEXUAL?
No
necesariamente involucra contacto físico.
Ø Comentarios
no bienvenidos.
Ø Avances sexuales
no deseados y que interfiere con el desempeño.
Ø Conductas ofensivas
que crean un ambiente de trabajo desagradable.
Ø Incluye
burlas y amenazas que humillan y afectan negativamente a la víctima.
Ø Basta
con una vez que la persona haya sido tocada sin su consentimiento.
Ø Cualquier
persona, hombre o mujer, puede ser acosador.
Ø La
víctima no tiene que ser del sexo opuesto.
Ø Implica
atención sexual en el ambiente laboral o académico.
Ø El
acosador puede ser cualquier persona y no es fácil de detectar.
Ø En
el trabajo perjudica la satisfacción y la productividad.
Contar
chistes “de color.”
Ø Hacer
comentarios o dejar notas sugerentes.
Ø Colocar
posters de desnudos o posiciones sugestivas.
Ø Distribuir
material sexual por internet o por escrito.
Ø Preguntar
sobre la vida sexual.
Ø Tocar
o acercarse a las personas de una manera sugestiva.
Ø Divulgar
rumores acerca de la vida sexual de alguien.
Ø Dar
regalos personales no bienvenidos.
Ø Hablar
de sexo con persistencia.
Las víctimas
deben decir al acosador que se detenga en términos claros y firmes, así como denunciarlo
inmediatamente a sus superiores y/o a la autoridad correspondiente. Las
empresas multinacionales proporcionan a sus empleados números 800 para que
ponga sus quejas.
Desgraciadamente las empresas y escuelas no responden con oportunidad, así que se puede hacer una denuncia simultáneamente ante las autoridades gubernamentales para sentar el precedente.
Nota: Los casos de acoso sexual aquí presentados han
sido modificadas con el fin de proteger a las víctimas, a los involucrados y a mí
misma por lo delicado de este tema.
Derechos Reservados © Bertha García Vasconcelos
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